Proceso contra el líder comunero de Villalpando

J. Donon, Batalla de Villalar

Si la pandemia que sufrimos lo hubiera permitido, esta tarde habría sido presentada una publicación reciente sobre los comuneros en la Casa de cultura de Villalar. Se trata del Proceso contra Bernardino de Valbuena, el comunero de Villalpando, en una edición esmerada de la Universidad de Salamanca. Su autor, el joven investigador toledano Tomás López Muñoz nos ofrece una transcripción impecable de las actas de un proceso que tuvo lugar en Villalpando entre los meses de agosto y octubre de 1521, como se indica en el primer folio:

“Proçeso fecho de ofiçio por el liçençiado Santo Domingo, juez de comisión, por los ilustrísimos señores Condestable de Castilla y duquesa de Frías, mis señores, contra Bernaldino de Balbuena, vezino de la dicha villa de Villalpando, sobre rasón de los alborotos e rebelión e delitos que cometió en el tiempo de las Comunidades”[i].

El documento

En la primera parte de su libro, Tomás López sitúa las actas en el contexto social y político con un análisis certero de la situación de Villalpando como señorío del Condestable de Castilla, así como de los movimientos sociales que desembocaron en la  implantación de un gobierno municipal comunero entre diciembre de 1520 y abril de 1521. La segunda parte es la transcripción fiel del manuscrito de las actas tal como se encuentra en el Archivo Histórico Nacional.

Se trata de un documento de importancia excepcional que nos permite contemplar las Comunidades de Castilla desde una perspectiva poco frecuente al ser los mismos protagonistas quienes nos dan su versión de los acontecimientos. Muy distinta, por cierto, de la recogida en las crónicas oficiales de la época y de las mitificaciones posteriores, tan cargadas de connotaciones ideológicas y políticas.

Enfoque metodológico

La metodología aplicada proporciona una visión más cercana a los hechos y el resultado va más allá de su carácter eminentemente sumarial al presentar un testimonio rico y minucioso sobre la estructura y las relaciones sociales existentes en Villalpando en las primeras décadas del siglo XVI. Además, a partir de ahí se puede comparar la estructura social de una villa o ciudad con la predominante en el reino para descubrir semejanzas y diferencias y, lo que resulta más sugerente, para revelar la lógica de dominación que en uno y otro caso determina las relaciones sociales. De este modo, el estudio de estas actas facilita un conocimiento más profundo de las características estructurales de Castilla en su conjunto.

Sólo en dos ocasiones se ha acudido a las actas de los procesos para obtener datos tan valiosos sobre las Comunidades de Castilla, tanto desde una perspectiva global, macroscópica, como desde una dimensión más ceñida a la vivencia de esos acontecimientos por parte de los vecinos de ciudades y villas. Hasta ahora únicamente había sido editado El proceso contra Juan Gaitán (Toledo, 2001), comunero toledano, por un equipo de investigación coordinado por Carmen Vaquero Serrano y del que también formó parte nuestro autor. El Proceso contra Bernardino de Valbuena es, por tanto, la segunda investigación sobre los comuneros a través de los documentos judiciales de sus procesos.

El líder comunero

Aparte de esas coincidencias en cuanto a la realización de las dos investigaciones, la consideración conjunta de ambos procesos depara la sorpresa de la presencia de Bernardino de Valbuena en los escenarios más importantes de la guerra de las Comunidades, hasta el punto de que contienen información complementaria sobre su evolución como líder comunero.

Este personaje fascinante, hasta ahora poco conocido[ii], era hijo de Lope de Valbuena, antiguo alcaide de Villalpando. Prestó su apoyo al obispo Acuña en sus enfrentamientos con el conde de Alba de Aliste por el control de la ciudad de Zamora, gracias a lo cual la Junta de Tordesillas le encomendó el reclutamiento de una compañía en la parte occidental de Tierra de Campos. Desde ese momento actuó como capitán del ejército comunero en las zonas de mayor conflictividad durante la guerra de las Comunidades: Tierra de Campos y Toledo.

Las respuestas de los testigos del proceso presentan un relato rico en detalles sobre su personalidad y sobre su participación en los hechos como capitán y como gobernador y alcaide de su pueblo. Al día siguiente de la batalla de Villalar salió hacia Toledo con parte de su compañía y aquí el pesquisidor perdió su rastro.

Su presencia en Toledo se puede seguir a través de los testimonios recogidos en El proceso contra Juan Gaitán. Cuando llegó a esta ciudad, se presentó ante María Pacheco, que le nombró su “coronel” y le puso al frente del ejército comunero, puesto que ocupó hasta que abandonó la ciudad ante la llegada del ejército real.

En la notificación que envió en agosto de 1523 el embajador en Portugal a Carlos I sobre los comuneros exiliados en ese país sitúa a Bernardino de Valbuena en la “raya de Miranda (do Douro)” se encuentra la última referencia histórica sobre nuestro protagonista[iii].

Los hechos apuntados justificarían sobradamente la importancia de este libro y su interés para la comprensión de aspectos considerados hasta ahora secundarios en el desarrollo de los acontecimientos. Pero también hay episodios cruciales en las Comunidades de Castilla que siempre fueron objeto de debate y sobre los cuales las actas del proceso de Bernardino de Valbuena aportan testimonios casi definitivos.

En este sentido cabe señalar el “razonamiento de Villabrágima”, a partir del cual el ejército comunero abandonó este pueblo y dejó expedito el camino de Tordesillas al ejército del rey. La información recogida en las actas deja al descubierto los tejemanejes entre Pedro Girón, jefe del ejército comunero, y Bañuelos, gobernador y alcaide, que le entregó Villalpando sin ofrecer resistencia, como si existiera un acuerdo previo.

Más claro aún es el carácter antiseñorial de la Comunidad, tal como había propuesto Gutiérrez Nieto. De la lectura atenta de los testimonios se deduce una situación de malestar y descontento en algunos sectores de la población de la villa contra su señor, el Condestable, que se manifestó en el recibimiento que hicieron al ejército comunero y en el apoyo constante que le prestaron. No menos significativa fue la toma del castillo, como símbolo del señorío, y el saqueo y la ruina a que lo sometieron. Más adelante, cuando se implantó el gobierno comunero con Bernardino de Valbuena, se puso en entredicho cualquier expresión del poder del Condestable: sus seguidores fueron perseguidos como enemigos y sus bienes se utilizaron para satisfacer las necesidades de la Comunidad.


[i] Tomás López Muñoz, Proceso contra Bernardino de Valbuena, el comunero de Villalpando (Ediciones Universidad de Salamanca, 2019, pág. 99.

[ii] Así ocurre también en Villalpando, lugar del proceso que ocupa este libro. En la sesión del día 21 de abril de 1936 y a propuesta de dos vecinos, el ayuntamiento, gobernado por una Junta Gestora de Izquierdas, acordó dedicar sendas calles a dos comuneros, hijos ilustres de la villa: la calle del Olivo a Diego de Valbuena y la de Altasangre a Hernando de Villalpando (Agapito Modroño, La otra historia de la villa. Años 1904 a 1939,  2016, p. 96). Ciertamente ambos desempeñaron un papel importante durante el gobierno comunero de Villalpando entre diciembre de 1520 y abril de 1521, sobre todo el primero que fue gobernador y alcaide, si bien su nombre era Bernardino de Valbuena.

[iii] “…Ramiro Núñez y sus hijos y el Dotor de Valdivieso y el licenciado de Villena son a la raya de Miranda, y los de Porras y los de Ulloa y Pedro Bonal y sus hijos, que diz que le han muerto el uno, y está Valbuena el de Villalpando”. (Citado por Tomás López, o.c., pág. 65).

13 comentarios en “Proceso contra el líder comunero de Villalpando

  1. Amigo Ángel: Informado por mi hermano me asomo a leer tu interesante artículo. Ya tengo ganas de leer el libro.
    Quienes proponen a la Gestora de Izquierdas el cambio de nombre de las calles que tú dices, son Julio González, conocido como «Locodios», y Elías Sánchez, hermano de Vicente, de Ovidio, de Chencho, herreros.
    Proponen, junto el de otros que para mi son desconocidos, el de los dos comuneros DIEGO DE VALBUENA Y HERNANDO DE VILLALPANDO.
    Este Diego de Valbuena, creo no es el BERNARDINO VALBUENA, objeto del libro. La fuente de estos nombres es don Luis, no sé de dónde tomaría él el dato. Añade que los cuatro comuneros promotores, , los dos anteriores más Marbán y García de Arce fueron degollados, por orden de don Iñigo de Velasco, y colgadas sus cabezas de la picota en la Plaza de las Angustias, mientras que Bernardino Valbuena sobrevivió, y dos años más tarde, según tu artículo, está en Portugal.
    Confió en tu capacidad de investigación para aclarar el dato.
    Un abrazo.

    A. Modroño.

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    1. Amigo Agapito.
      Una vez más, gracias por tu valiosa información. Conocí en mi niñez a las personas que citas. Éramos vecinos cuando nuestra panadería estaba en el lugar que hoy ocupa el salón de actos de Caja Rural y tenía la entrada por la calle Fragua. Cada día recibo más noticias de aquellos años, que agradezco por los recuerdos tan agradables que me despiertan.
      El libro recién publicado es una gran aportación a la historia de nuestro pueblo a partir de un documento tan valioso y fidedigno como son las actas del proceso contra Bernardino de Valbuena y demás comuneros. Encontramos en ellas datos abundantes sobre los comuneros de Villalpando y su grado de implicación en los hechos; su lectura detallada nos proporciona una versión inédita de la estructura social y de las relaciones existentes entre los distintos grupos sociales.
      Ignoro de dónde procede la información de don Luis; no podemos olvidar que tuvo la suerte de manejar documentos desaparecidos. En mi artículo me limito a los testimonios recogidos en las actas y en la lista de comuneros sólo aparecen dos Valbuena, Bernardino y su hermano Francisco; no se habla de Diego. Tampoco se cita a García de Arce, pero sí a Fernando (Hernando) de Villalpando, que fue alcalde durante el gobierno comunero. En cuanto a los Marbán, se cita a Juan Marbán, que también fue alcalde, a Diego Marbán que había sido regidor antes de las Comunidades, y a Francisco Marbán, que era de Tapioles.
      No consta en ningún momento que alguno de ellos fuera ajusticiado.
      Si encontrara algún dato nuevo, te lo haré llegar con mucho gusto.
      Un fuerte abrazo

      Ángel Infestas

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      1. ¡Hola de nuevo, Ángel!
        Mira que a pesar de ser unos cuantos meses mayor que tú no recuerdo de vuestra panadería en ese rincón, sí, en cambio, la de la plaza de San Andrés.
        ¡Claro!: Aquí la cuestión sería saber de dónde sacó don Luis esos datos. De todos los modos no tiene mayor importancia, si en cambio, algo que siempre me ha interesado mucho: la estructura social y las relaciones existentes entre los distintos grupos sociales..
        ¿Está el libro ya en las librerías?

        Un abrazo.

        A. Modroño.

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  2. Buenas tardes Ángel :
    Interesantisimo aporte, como los anteriores, al conocimiento de la Historia. Análisis de la sociedad en su contexto, algo más que las «batallitas», punto final. ..o principio de ambiciones. Gracias .

    Elvira Redondo

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      1. Amigo Ángel: Llevo varios días leyendo, releyendo, página adelante, página atrás, remarcando, tomando notas, como si fuera un estudiante de Bachillerato, (cómo no con tan buenos profesores) sobre el libro por ti prologado: “Bernardino de Valbuena, el comunero de Villalpando”.
        Aunque llego por la mitad, estoy deseando hacerte algunos comentarios y exponerte algunas dudas.
        El primero: nunca, hasta en este libro, se habían descrito hechos históricos tan importantes acaecidos en nuestra villa. Ahora es cuando queda claro el papel de nuestros antepasados en la guerra de las Comunidades; pero, además las descripciones de la entrada por la Puerta de San Andrés, tras el diálogo entre Girón y el alcaíde Bañuelos: -“¡Abrid ese postigo e sacá esa hacha acá e conocerme héis!” , la entrada y el desfile de esa facción del ejercito comunero, con mucha algarabía de trompetas y atabales; el recibimiento entusiasta de las gentes de Villalpando, tanto de “labradores e como de gente de baxa e no de cuenta” , todo lo anterior, digo, es como estarlo viendo en una película.
        Efectivamente, de los datos, transversales diríamos, que aporta el manuscrito de las actas del proceso seguido contra Bernardino de Valbuena, conocemos aspectos sociales, económicos, incluso urbanísticos de la villa. Por ej.. todavía hasta en aquel momento del siglo XVI se conservaba intacta la cerca de la villa (muralla), tramos de canto rodado, cal y arena, tramos de terraplén de tierra, con sus cuatro puertas de entrada. En la nomenclatura del callejero de Villalpando, sigue existiendo ese nombre: “Las Cercas”, si bien, por desconocimiento histórico de los munícipes, ponen en el letrero: “Calle Cercas de Santiago”. ¡Qué coño de “calle”: ¡Cercas de Santiago, San Pedro, Santa María y San Miguel. Otro ejemplo de información: la importante industria de curtidos, de ahí la laguna de Las Tenerías. Yo a ese paraje le sigo llamando de “Las Tenerías”. La población, otro dato más para reafirmarnos contra lo erróneo de los diez mil habitantes: DOS MIL, lo que en aquellos tiempos, con DIEZ MILLONES en toda España, no era poco, más si tenemos en cuenta la amplia base y escasa altura de la pirámide poblacional.
        Ahora las dudas: ¿En qué archivo están esas actas? Dice Tomás López se conocía su existencia a través del catálogo de Archivo de Frias, pero nada más aclara. Tampoco tiene mayor importante, sí, en cambio el trabajo del autor: leer y entender esos manuscritos amarillentos con la caligrafía y el arcaico castellano de la época, ya sólo eso, de por sí, tiene mucho mérito.
        Hasta ahora todo lo que sabíamos, al menos yo, de la participación de Villa el Pando en la “revolución Comunera”, es lo contado por don Luis. ¿Cómo este hombre, hace cien años, con aquella escasez de medios, pudo investigar todo aquello? Y es que acierta en lo fundamental: que los villalpandinos abrazaron la causa comunera, y que Pedro Girón de Velasco fue un traidor. De acuerdo con lo ahora publicado por Tomás López Muñoz, los errores de don Luis, son de matiz: “que Villalpando ya era Comunera antes de la llegada de don Pedro Girón de Velasco”, y los nombres de los miembros del Concejo Comunero que fueron “juzgados sumarísimamente y ejecutados en la Plaza del Templo”. Dice don Luis:
        Alcaide de la fortaleza: Diego de Valbuena.
        Alcaldes: Hernando de Villalpando
        ¿Juan? Marbán.
        Regidor: García de Arce.
        La relación completamente fiable de la composición del Concejo Comunero de la villa, con todos los cargos que habían de velar por el gobierno de la misma: Alcaldes, Regidores, Procurador, Alguaciles, Escribanos, Guardas de dehesas, etc. es la que aparece en el trabajo de Tomás López, y no es coincidente con la anterior relación de don Luis.
        El alcaide de la fortaleza, además gobernador de villa y tierra, y capitán del Ejercito Comunero, es el protagonista del libro, Bernardino de Valbuena, que no Diego. Éste fue ajusticiado, Bernardino escapó.
        Sí son coincidentes los alcaldes: Hernando de Villalpando, puede ser Fernando de Villalpando, y “Marbán”, puede ser Juan Marbán. El regidor, García de Arce, no coincide con ninguno de los cuatro citados por Tomás López. ¿Tú, aunque no tenga la mayor importancia, cómo lo ves? Mi curiosidad es por saber de dónde sacó don Luis esos datos.
        Sí considero importante saber las razones por las que el Ejercito Comunero acantonado en Villalpando, no tomó parte, (don Pedro Girón y Bernardino de Valbuena) en la batalla de Villalar .
        Perdona entretenga tu actividad de novelar tan importantes acontecimientos.
        Un abrazo.
        A. Modroño.

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      2. En carta que te he enviado a esta página, entre otras dudas, te preguntaba porque don Pedro Girón de Valasco no había tomado parte en la batalla de Villalar. Al seguir leyendo, en el capítulo siguiente, he visto que Girón, tras la batalla de Tordesillas, 5 de diciembre de 1520, dimitió de su cargo y se retiró a sus aposentos a esperar el perdón del Emperador.
        Sigo dudando por qué no intervino el comunero villalpandino.

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      3. Amigo Agapito.
        Contesto a tus interesantes comentarios en los dos medios por donde me han llegado. Estoy de acuerdo contigo sobre la importancia del libro para la historia de nuestro pueblo tanto en referencia a su participación en las Comunidades de Castilla como en la enorme cantidad de datos que nos ofrece sobre la estructura urbana y las relaciones sociales existentes.
        Cuando recibí el primer manuscrito de Tomás López, comprobé que tenía en mis manos un documento excepcional y no paré hasta presentarlo en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Salamanca. Así lo consideraron también ahí y, tras someterlo a una evaluación rigurosa, decidieron publicarlo. Como esperamos presentar el libro en Villalpando, cuando la pandemia lo permita, habrá ocasión de comentar estas cosas y agradecer el trabajo y la generosidad de su autor.
        En cuanto a la obra de don Luis Calvo, con frecuencia siento envidia por los documentos del archivo municipal que manejó y cuya desgraciada pérdida no dejo de lamentar. Hubiera sido muy interesante y enriquecedor contrastar ambas fuentes (los documentos del archivo y las actas del proceso), pero de momento debemos sólo tenemos las segundas, que afortunadamente gozan de la fiabilidad de los documentos judiciales.
        Como detalle curioso, en el callejero de Urueña existe una Calle Marbana y la explica con estas palabras: “Marbán era apellido gallego que se asentó en Villalpando”. Según las actas del proceso también hubo Marbán en Tapioles.
        Llevo varios días indagando la posible traición de Pedro Girón de Velasco y creo que haberla la hubo, pero no como la contó Antonio de Guevara en sus Epístolas familiares y que luego siguieron muchos cronistas oficiales. Fue un comportamiento mucho más complejo.
        Sobre la ausencia de Bernardino de Valbuena en la batalla de Villalar, la única explicación que se me ocurre parte de las características de esa batalla. Al parecer, la situación de los comuneros en Torrelobatón se hacía insostenible y Padilla decidió trasladar el ejército a Toro. El ejército de los nobles estaba sobre aviso y, en cuanto los comuneros abandonaron ese castillo, les persiguieron con la caballería y les alcanzaron en Villalar… Bernardino y su gente debían permanecer en Villalpando pues había llegado el condestable a Medina de Rioseco con un ejército numeroso.
        Lo dejaremos por hoy, pues ya hemos pasado un buen rato disfrutando con la historia de nuestro pueblo.
        Un abrazo.

        Ángel Infestas

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      4. Buenos días Ángel.
        Me alegra el día leer tu respuesta.
        Para empezar: con un poco de suerte a lo mejor para el próximo San Roque se podría presentar el libro en Villalpando, aunque fuera ocupando butaca sí, butaca no, y todos con mascarilla.
        Felicito tu actuación ante el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Salamanca,. El manuscrito merecía la pena.
        Es aclaratoria tu información respecto de la utilización por don Luis Calvo del archivo municipal. Creo no fue el único que tuvo acceso al mismo.
        Recuerdo, para nuestros posibles lectores, la solicitud que presentaron ante la Junta Gestora de Izquierdas, los vecinos de la Villalpando, Julio González García y Elías Sánchez Fernández. Tratado el asunto en el pleno celebrado el 21 de abril de 1936, la Junta acepta lo solicitado. Se trataba de cambiar el nombre de seis calles por el de otros tantos «hijos ilustres de la villa»: Francisco García de Villalpando, Luis de Villalpando, Diego de Valbuena, Hernándo de Villalpando. (A estos dos últimos los cita don Luis entre los comuneros ajusticiados). Luego nombran a otros dos, José Narván y García de Áres, los cuales no me suenan a comuneros.
        Este hecho me da pìe a pensar que el Sr. Julio, padre de «Poldo». abuelo de un actual dirigente de IU-Podemos en Valladolid, y Elías, tio de Manuel el de Chencho, tuvieron acceso al mismo archivo. Bebieron de la misma fuente que don Luis. En esa fecha el manuscrito (nunca mejor dicho) del Párroco era prácticamente desconocido. No se editó hasta el año 1981, gracias a Carmen Allende. A cada uno lo suyo. Dicho lo cual, de acuerdo contigo, en que el dato fiable son las actas judiciales transcritas por Tomás López.
        En cuanto a la posible traición de Pedro Girón de Velasco, Tomás lo analiza muy bien: en un primer momento el despecho de Girón motivaría su apoyo a la causa comunera. Pasados pocos meses, al comprobar como «la gente baxa» con su radicalidad, empezaba a ser el contingente más importante, diera marcha atrás, sobre todo después de lo de Villalar.
        Estoy de acuerdo con la razón de que Bernardino no tomara parte en la batalla de Villalar. Este suceso de la guerra de las Comunidades Castellanas no es tan lineal como aprendimos de niños: batalla de Villalar y ajusticiamiento de Padilla, Bravo y Maldonado. Como casi todos los hechos históricos está mucho más lleno de sucesos y de complejidades. La desgracia fue que perdieran «los buenos». Aunque nunca se sabe porque entre los seres humanos existe mucha imperfección; pienso, no obstante, que de haber triunfado la revolución comunera hubiera sido mucho mejor, hubiera cambiando la historia de España y de Europa; todas las subsiguientes guerras del Emperador que esquilmaron a nuestra Castilla.
        Muchas gracias por tus aclaraciones.

        Un abrazo.

        A. Modroño.

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  3. Vuelvo a releer tu blog y la historia de don Luis. Ésta no deja de sorprenderme. En cada re lectura encuentro algo que me sorprende, puede que por haberlo olvidado. Hoy, la noticia de la estancia de Carlos I en Villalpando.

    Otra averiguación para mí, como para la mayoría de las gentes del pueblo desconocida, y que sé gracias a ti, es la existencia de ese Archivo Municipal que don Luis no deja de citar, y que fue incendiado.

    Un saludo.

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  4. Amigo y paisano, añado a tu comentario.
    No hay duda de que para escribir la historia de Villalpando don Luis manejó documentos que formaban el archivo municipal y ahora lamentamos su desaparición.
    ¿Qué pasó? ¿Cómo se perdió esa parte fundamental de la memoria colectiva de nuestro pueblo?
    Parece ser que por orden de la autoridad municipal unos borrachos fueron encerrados en la c´`árcel por armar jaleo. La cárcel se encontraba en los restos de la iglesia de Santo Domingo, en la calle Olivo y también se guardaban allí papeles que no cabían en el ayuntamiento». Como era invierno, los encarcelados se calentaron con unos «papeles viejos»… Es lo que me queda en mis recuerdos de infancia; debió pasar hacia el año 1950 (o poco antes).
    Como ves, es un recuerdo borroso y poco preciso. Me gustaría contactar con algún paisano que me pueda aportar más datos sobre este lamentable hecho.
    Un saludo

    Ángel Infestas

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