LO QUE HICIERON LOS COMUNEROS AL CASTILLO DE VILLALPANDO

Castillo de los Velasco en Villalpando (https://www.amigosdeloscastillos.es)

En la información que se puede consultar sobre el castillo de Villalpando se mezclan noticias ciertas, tomadas de fuentes documentales, con opiniones e interpretaciones más discutibles añadidas a lo largo de tiempo y luego repetidas como verdades contrastadas, sin pararse a deslindar lo que pertenece a la historia de lo que forma parte de la leyenda. Así, se da por cierto que los comuneros destruyeron el castillo de los Velasco durante el breve período de su ocupación.

Afortunadamente, desde hace dos años y medio disponemos de un documento excepcional que nos permite conocer con veracidad y precisión los acontecimientos sucedidos en la villa durante los meses de gobierno de la Comunidad. Se trata de las actas del juicio contra Bernardino de Valbuena, líder comunero, publicadas por Tomás López Muñoz en un libro ya reseñado en este blog.

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El día 3 de diciembre de 1520 los ejércitos comuneros mandados por Pedro Girón y el obispo de Zamora tomaron Villalpando. Cuatro días más tarde salieron hacia Valladolid después de nombrar a Bernardino de Valbuena gobernador de la villa y tierra y alcaide de su fortalezai. Durante casi cinco meses el señorío de los Velasco en Tierra de Campos tuvo gobierno comunero, hasta el 24 de abril de 1521, día en que Valbuena, al frente de su compañía, salió hacia Toledo.

Tras una valoración provisional de los daños sufridos tanto en la honra como en los bienes de la familia, la mujer del condestable, María de Tobar, duquesa de Frías y señora de Villalpando, ordenó al juez Pedro Hernández de Santo Domingo el inicio de un proceso contra los que participaron en los levantamientos y alborotos a voz de Comunidad. El juicio duró del 9 de agosto hasta el 25 de octubre. En esos dos meses y medio el pesquisidor sometió a diez testigos cualificados a un interrogatorio minucioso formado por veinte preguntas, cuatro de las cuales solicitaban su testimonio acerca de los daños que los comuneros habían causado en la fortaleza o alcázar de la villa.

Por la cercanía temporal y por el contexto judicial en que se produjeron las declaraciones de los testigos proporcionan un relato verídico de los acontecimientos que habían ocurrido en la villa durante el corto período comunero y que, en el caso de la fortaleza, se centraron en la ocupación, en el uso y en los daños ocasionados.

1. La toma de la fortaleza

En la misma tarde en que los ejércitos comuneros entraron en Villalpando Pedro Girón y el obispo de Zamora tomaron la fortaleza y se instalaron en ella, apoderándose de todos los pertrechos que allí se guardaban (bastimentos, munición de pólvora, falconetes y espingardas); y al día siguiente pusieron todo a disposición de Bernardino de Valbuena después de nombrarle gobernador de la villa y alcaide de la fortaleza.

La ocupación de la fortaleza se produjo sin incidentes y respondiendo a un acuerdo previo entre Pedro Girón y su tío el condestable, según las palabras del alcaide Bañuelos en el momento de la entrega: “El dicho señor el Condestable, mi señor, me mandó que le entregase la villa y las llaves de la fortaleza” (40 v)ii.

Los ejércitos comuneros permanecieron en la villa hasta el 7 de diciembre, en que partieron hacia Valladolid. Durante esos días la fortaleza no sufrió daños ni otros saqueos que la incautación de los bastimentos y las armas por parte de las nuevas autoridades. Sin embargo, tras su marcha la situación cambió y se produjeron hechos que fueron objeto de una indagación minuciosa por parte del juez.

2. El saqueo de la fortaleza

Probablemente se produjo en cuanto marchó el ejército comunero y sus autores fueron los comuneros de Villalpando y los soldados de la compañía de Bernardino de Valbuena. Así lo afirmó expresamente Nuño de Abastas, alcalde con el condestable, cuyos testimonios a los largo de todo el proceso son bastante ponderados: “El dicho daño hicieron los criados y a la gente que tenía Valbuena en la fortaleza, según es público y notorio y cosa averiguada en la villa” (18 v).

En cuanto al valor de lo robado, los testigos no proponen cantidad alguna. Dicen genéricamente que se hizo mucho daño en la dicha casa y fortaleza, pero que no saben estimar a cuánto ascendía. O también se limitan a repetir los bienes robados que figuraban en una lista propuesta por el juez (7 r):

  • en la recámara y en los aposentos de las mujeres: unas veinte camas (de cordeles y tablas) y algunas esteras;
  • en la botilleríaiii : ocho o nueve escopetas, dos pipotes grandes de pólvora, cuarenta y dos lanzas, ocho herradas y dos calderos; algunos enseres;
  • en la “cámara que llaman de la plata”: dos azadones de hierro, seis capachos, ocho docenas de sogas y una maroma de cáñamo…
  • las llaves y las cerraduras, que eran nuevas.

Tan solo difiere el testimonio de Juan de Alija, alcabalero, que confesó haber estado presente en el saqueo y que vio cómo “no dejaron en casa ni en fortaleza cosa ninguna, ni cerraduras ni otra cosa» (23 r). Sin embargo, parece una afirmación exagerada que va mucho más allá de la pregunta del pesquisidor y de las respuestas de los otros testigos, casi todos servidores fieles del condestable. Según éstos el expolio se redujo a algunos enseres domésticos y unas pocas armas, sin que afectara a las riquezas que, sin duda, guardaban los Velasco en la fortaleza que había servido de posada al rey don Carlos cuando se dirigía a las cortes de Santiago.

En una nueva pregunta el juez indagó con extraña insistencia otro atentado contra los bienes depositados en la fortaleza. Se trataba de materiales de construcción, “cal y ladrillos que en la fortaleza estaban para hacer cal y hacer fuegos en la villa” (7 r). No hay constancia de cuándo se tomaron esos materiales, pero parece claro que fue durante el gobierno comunero y que Bernardino de Valbuena ordenó utilizarlos para reforzar la torre de Santiago. En cuanto a la cantidad proporciona una idea aproximada la reparación hecha en la torre: se construyó un muro de ladrillo con troneras en la parte superior “tan alto poco más o menos como hasta encima de la rodilla de un hombre” (26 r).

3. El incendio

A saqueo tan escaso acompañó un incendio de la fortaleza, que los testigos atribuyeron a la gente que Bernardino de Valbuena tenía en ella. Los declarantes coincidieron en la gravedad del incendio, pero no se atrevieron a calcular el coste del daño causado, tal como lo demandaba el juez. Los testimonios proporcionan una idea de su alcance:

  • Diego Herrero, procurador de la villa, dijo que vio “cómo ahumaron y maltrataron la dicha casa y fortaleza, y quemaron un pedazo de ella…” (45 r).
  • Simón Hernández, regidor (concejal) con el condestable, “vio la dicha casa y fortaleza y alcázar, estaba muy buena y regada, y ahora está destruida y ahumada y quemada alguna parte de ella, y que no podría este testigo estimar el daño que tiene” (38 v).
  • Nuño de Abastas, alcalde, localizó el incendio “en un entresuelo de la fortaleza que desoló parte de ella” (18 v).
  • Juan de Alija, cobrador de alcabalas y rentas, amplió las informaciones anteriores: “quemaron un pedazo de grada que está sobre el corredor y desolaron y descerrajaron la dicha casa e hicieron muchos daños en ella, pero no sabría declarar quién lo hizo” (23 r).
  • Juan Ruiz Maladino, contador de la compañía de Bernardino de Valbuena, precisó que el incendio se produjo en tres focos: “uno en la sala mayor, otro donde guisaban de comer y otro en el portal de dicha fortaleza” (51 r).

Sin restar importancia al hecho, según las declaraciones de estos testigos cualificados, el incendio de la fortaleza estuvo muy localizado y de ningún modo afectó al conjunto del castillo.

4. Sede del gobierno comunero

Por otra parte, el uso que hicieron de la fortaleza las nuevas autoridades es un indicador evidente del estado en que se encontraba durante el período comunero. En todo momento siguió cumpliendo las mismas funciones que en la época anterior, como pusieron de manifiesto los testigos que consideraban de la fortaleza como sede del gobierno comunero.

Allí Bernardino de Valbuena, gobernador de la villa y alcaide del alcázar, se reunía con sus consejeros (10 r, 23 v) y recibía visitas (33 v, 45 v) ; hasta allí le acompañaban los vecinos cuando celebraban algún acontecimiento (16 v, 28 v); también encerró entre sus muros a cuantos intrigaban contra la Comunidad (42 v).

Si el incendio hubiera afectado al conjunto del castillo tan gravemente como se suele afirmar, no hubiera sido posible utilizarlo como sede del gobierno comunero ni realizar en él las actividades que se mencionan a lo largo de las actas del proceso.

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i Castillo, palacio, fortaleza y alcázar son otros tantos nombres aplicados al recinto fortificado que servía de mansión a los señores de Villalpando. Como cada uno de ellos presenta un matiz particular referido al destino principal que se le atribuye, en este artículo se prefieren fortaleza y alcázar, por ser los términos usados en el documento que analiza.

ii Esa referencia indica donde se encuentra el texto citado en las actas del proceso según el libro de Tomás López Muñoz. Las citas se modifican ligeramente para facilitar su lectura.

iii Botillería era “la depensa de un señor; tomó el nombre de las botas, o cubetas del vino, aunque haya en ella todo género de vituallas” (Covarrubias).

Castillo de los Velasco en Villalpando (lateral y cubo)
(J. González en hptts://turismodeobservacion.com)

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